Fatiga de Zoom: ¿Qué es y cómo evitarla?

7 de septiembre de 2021

Fatiga de Zoom

¿Estás cansado de tanta reunión vía Zoom? ¿Sientes que te fatiga mucho más que los encuentros presenciales de toda la vida? Tranquilo, es completamente normal. La pandemia de la Covid 19 ha cambiado las relaciones laborales, sustituyendo en muchas ocasiones las reuniones en persona por sesiones virtuales a través de diversas plataformas digitales. Muchos estudiantes, trabajadores y empresarios han visto incrementadas notoriamente las horas que pasan frente al ordenador. Ante estas circunstancias, la Universidad de Stanford ha realizado un estudio sobre el fenómeno ‘Fatiga de Zoom’, que hace referencia al cansancio derivado de la exposición excesiva a este tipo de herramientas. Su autor, el profesor Jeremy Baileson, extrae cuatro grandes problemas causados por la ‘Fatiga de Zoom’ y propone soluciones para evitar ese cansancio.

El primero de los problemas hace referencia al contacto visual que se produce en estas plataformas, mucho más intenso que en las reuniones presenciales. En persona, la gente mira sus notas, el ambiente, a los otros presentes… Sin embargo, a través de Zoom, parece que tenemos que estar mirando a la pantalla todo el rato para no parecer distraídos. Además, si el monitor es grande, vemos solo el rostro de la otra persona y, si el monitor es grande, la vemos muy cerca y enorme. Baileson recomienda evitar poner la pantalla completa y distanciarnos un poco más de la pantalla.

Vernos a nosotros mismos todo el rato también es agotador. Es antinatural ver nuestras reacciones todo el rato, es como tener un espejo frente a nosotros a cada instante. En ocasiones, estamos más pendientes de nuestros gestos cuando hablamos que de lo que estamos diciendo. La solución a este segundo problema pasa por quitar la ventana en la que salimos nosotros.

Tener que movernos solo en el marco de la pantalla para que los demás no dejen de vernos es el tercer problema que destaca el estudio. Tenemos poco espacio para movernos o caminar. Posicionar la cámara en un ángulo más amplio que nos aporte más movilidad nos ayudará a solventar este punto.

Por último, el estudio de Stanford resalta que la comunicación no verbal se ve notablemente alterada. En persona, los gestos o las miradas se interpretan de forma muy diferente a cómo lo hacen a través de una pantalla. Se pierden muchas cosa y también se malinterpretan otras. Por ello, algo que es natural para nosotros se convierte en un ejercicio mental completo a nivel subconsciente. Para solucionarlo, Baileson propone hacer descansos en reuniones largas o apagar la cámara y dejar solo el audio en algunos momentos. Así, nuestra mente y cuerpo descansa un poco frente a la pantalla.